Pendulean, mojados, pájaros en altas ramas,
recortando perfiles sobre un gris imparable.
Atisbo la claridad reflejada en las nubes y
sólo siento el frío vacío horadando mi vientre asustado,
del miedo invadido y la amenaza sospechada preñado.
Sujeto cada tendón, a los garfios del horror clavado.
Llueve cenicientamente despintando objetos,
reduciendo a espectros todo lo visible.
Del frío de mis pies comprendo el presagio mortal
que vendrá certero, seguro en sus pasos para salirme al encuentro
cercenando vidas a mi alrededor y acabar cosechando la mía.
Doblegará mis creencias y recuerdos, anulando toda seguridad
de existir en cualquier tiempo, soñando con ojos
que ya no verán más y dientes que aflojan y caen, como
pájaros muertos del frío y del sabor
amargo y helado de las hojas mojadas.
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