miércoles, 18 de abril de 2012
Estupefactos
Ahora que podemos saber
todo lo que es, cada
una de las cosas que hay,
cuando ya no
queda nada por ocultar,
y ni siquiera la ineptitud
o la corrupción son ilícitas.
Tomado, otorgado, absoluto
derecho a saber,
necesario derecho a opinar
aunque nada valga,
ni sepamos bien a que corresponde,
e inquieta comprender,
y duele confesarlo,
que todo, todo lo que hay
es estupefacción, y que
la gran verdad definitiva
es la inmensa mentira,
una enorme patraña
que tira y afloja de tí,
si no ésta,
vendrá en la próxima
vuelta de tuerca.
Y estupefactos, sí, seguimos
la inercia de la corriente
del deber, sometidos a facturas
cuyo pago nos concederá
un rango distintivo
de ciudadanos de provecho.
Y por siempre nuestros
hijos seguirán
este gran y sacrificado ejemplo
de sumisión para su misión
sobre la faz de esta tierra
apisonada y cimentada.
Poner tu ladrillo
siempre es mejor
que tu grano de arena
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