Tus vértices vigilan
el centro exacto de mi vida,
la gravedad de mi existencia,
protegiendo mis pies desnudos
de la frialdad de la muerte
y la crueldad de la vida.
Oscilada interrogante
de entrecerrados párpados,
aspiro con delicia el aire
que sabiamente olfateas
en cada presagio y
el reflejo de verdes destellos
salvajes y tornasolada
en tu piel de dorada tormenta.
Vislumbras mi aura
más allá de lo percibido
en el ritual quiromante
cuando toco tu pata
revestida de delicada,
precisa fiereza
que guardas contenida
y dulce conmigo.
A la comprensión se abre
el silencio desconocido
lejos de signos aprendidos
fuera de especies y razas,
tú eres yo, yo soy tú,
no pretendo entenderlo,
no es preciso explicarlo,
sólo lo sé
cuando danzas al infinito
No hay comentarios:
Publicar un comentario