Traiciona la memoria,
perdidas tus llaves,
borrados tus ojos,
desandado el camino,
desterrado tu olor,
desencontrado tus huellas
y desasidas mis manos,
no recuerdo
quién quería que fueses
o quién exactamente fuiste,
no existe nombre ya
que te delate,
ni argumento a favor
o en contra.
No puedo extrañar emociones
que no recuerdo ni
comprendo, y si fueron
alcanzadas: propias o ajenas
hasta donde llevaron,
siquiera dibujo el perfil
de cualquier beso,
sólo puedes ser tú
porque estás en frente.
Sólo inflamo mis articulaciones
cansadas del resto de mis días.
Promesas de eternidad,
fuimos aquellas mentiras
piadosas de la ignorancia.
Las flores secas en los libros
sólo son cadáveres tristes
de un pálido reflejo
que se deshace.
Esta piel que sólo espera
el soplo de la parca, el reposo
de sus brazos, el único sentido
y certeza que le queda
es que el aire le cuesta
en cada respiración,
a cada latido
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