Un hombre rico preguntó a sus tres hijas de que forma le querían. La mayor respondió "te quiero como a mi vida" y eso le emocionó. La segunda hija dijo "te quiero más que al Mundo" y aquello hizo sentirse orgulloso a aquel padre, y la más pequeña y dulce de las tres respondió "te quiero como la carne tierna ama la sal" a lo que el padre enfurecido por tan prosaica respuesta la echó de su casa.
La joven se marchó llorando hasta una zona pantanosa y, para ocultarse mejor de las bestias y los bandidos, se hizo con juncos una capa con una capucha. Poco después comenzó a trabajar de criada en la casa de unos terratenientes cuyo hijo se enamoró de ella y se acabaron comprometiendo. El padre de ella, ciego y enfermo, fue invitado al banquete de bodas sin saber que era su propia hija la que se casaba. La joven pidió a los cocineros que todo alimento que se sirviese no llevase sal.
A la mesa del banquete, todos los invitados se sentaron felices y sonrientes, a punto de degustar los ricos y suculentos manjares que les eran servidos. Pero al probarlos, un gesto de desaprobación se pintó en la semblante de todos los comensales, porque nada puede ser sabroso sin sal.
El anciano padre comenzó a llorar y Cap O'Rushes se sentó a su lado y le preguntó que le ocurría a lo que él contestó sollozando amargamente que había tenido una hija que le dijo que le quería como la carne tierna quiere a la sal y él no había sabido entenderlo y encima había apartado de su lado. Sólo ahora comprendía de verdad cuánto le quería. Y cuando dijo esas palabras sus ciegos ojos comenzaron a ver y ante si contepló a su pequeña y querida hija, más dulce que nunca.
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