Me retiro a Villa Miau, residencia y reposo espiritual de gatos y almas libremente felinas. Mientras ella será feliz por sus tejados, yo reflexionaré entre sus claustros.
He de encontrar nuevas perspectivas, demasiado tiempo de inmersión me falta el aire y necesito oxígeno para reactivar el cerebro escéptico que me suele guiar con más o menos acierto.
Tantas palabras vacías, tanto ruido, no me dejan pensar, no quiero más percepciones sensoriales ni sugerentes ni sugestivas, total, es lo mismo e igual que nada.
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