miércoles, 9 de mayo de 2012

Segundo Jazz

Suficientemente acogedor, suficientemente íntimo,

el tiempo se ha detenido ha escuchar entre las paredes,

reposando entre butacas que huelen a tabaco ofrecido

y copas vertidas en libaciones a los dioses de la noche.

Sucede el acorde vibrante que sale al encuentro

de la angustia viva y abre la herida primigenia,

el cordón umbilical del miedo como única certeza de la muerte.

Laten los instrumentos, duelen, baten, diseccionan el pulso

del que sólo el músico que improvisa sabe la magia del chamán

para conjurar la vida y fragmentar cada sonido en todos los posibles,

en cada duda existencial, entre penumbra y volutas

amortiguando sentidos entre vidrio y terciopelo.

Y convulsa la invasión del ritmo, desde cada arteria

recién nacida que sabe melodías nunca escritas

y sólo improvisadas en la velocidad de la sangre.

El lugar se va llenando y los espectadores coreografían

anatomías cambiantes cada noche

pero la música siempre nace nueva

No hay comentarios:

Publicar un comentario