Una hora contenida,
escondiendo el alma de la piel,
sin dormir, otra vez,
sin dormir soñando despierta.
Cómplice serenidad que
comprende una, dos, tres,
todas las horas.
Cómplice locura
derramada de risas y juegos,
alegría de vivir
postergada demasiados años.
Una hora sólo, luego dos,
y los soles brillan de nuevo,
la luz vibra más intensa
cuando el agua es más que beber,
el aire mucho más que respirar
y todo es mucho más que así.
Dónde la noche amante
posa de nuevo
sus labios levemente
en el brillo de una estrella
sobre tus ojos
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