Seminoctámbulos,
tardíos seres
trasnochados,
el último tren
donde arrojarse
en sus brazos.
Soledad
a la hora
en que más duele
y apremia.
Historias que
asaltan la mente
cansada,
rondas y pretendientes
fantasmas,
sexo hundido,
perdido
en el propio deseo
y la aventura
improbable
que sucede
cada vez
más escasamente.
La luz electriza
la imagen
de cualquier
desconocido,
pretendida
una etérea
vanidad del poder
en las curvas
que gimen
en las caderas
que quiebran
y sortean
el sentido
ante sus ojos
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