domingo, 27 de mayo de 2012

Tres Monos

El buscador pensaba, mientras el resto de las aplicaciones abiertas se quedaba colgado.
Delante de la pantalla, un minuto con la mirada perdida, la reflexión del ser, quién soy, dónde estoy, qué estoy haciendo o que me gustaría hacer en realidad. Un lunes más.
Habló y razonó lógica, secuencialmente. Los hechos eran patentes y tangibles los resultados de su gestión, pero el primer mono dijo "No hables, no hay dinero".


A su alrededor veía la dispar promoción de algunos empleados que llevaban escaso tiempo o con muchos menos logros que él. Eso sí, siempre fue consciente de que la adulación y el don de la oportunidad en el propio provecho nunca había entró en sus deberes laborales, ética profesional le llaman a esa gran desconocida. También observaba dispendios y despilfarros por doquier en cambios de moquetas, lámparas, algunos despachos, móviles de última generación y la flota de la empresa, los viajes de recompensa. Todo ello sólo para los elegidos. Pero el segundo mono dijo "No mires, no hay dinero".


Las murmuraciones, la envidia, el odio y la zancadillas, los chismes y rumores eran atmósfera y caldo de cultivo en aquel escaparate donde habían transcurrido sus 30 años de experiencia laboral y había dejado más horas y esfuerzo que lo que le habían pagado, y pese a ello siempre había conseguido sortear con cierta fortuna y pericia las salpicaduras que pudieran llegarle de tales inmundicias. Y como buen mono, se dijo "No escuches, total no hay dinero".

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