Los muros de la Torre
resquebrajados
hasta mostrar la Estrella de
la Piedra de la Locura,
único cimiento original
que queda y
desde donde el Ermitaño vela,
labor de siglos ocultándola.
Papas y Emperadores
sacían sus máscaras
de podredumbre
en Carros de Fortuna
oxidados a fuerza
de cetros y báculos.
Anillos de Templanza
y negros besos
de Diablo pactados
con el Mundo.
Sacerdotisa y Luna
aullada de perros
de escaso juicio, El Loco
que desespera por
la cegadora muestra
de la faz de una Justicia solar.
Mago hilador de la Muerte
que suspende al colgado
del hilo de la vida
y un solo pie
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