Rutinas habituales pero el mundo ya no se parece a lo que pretendidamente fue. En el establecimiento habitual el dueño se enfrenta a sus empleados argumentando que la transferencia no llegará al menos hasta el lunes, estos se encuentran indignados y agitados, cada vez van perdiendo más poder adquisitivo y ahora también derechos. Los clientes habituales del establecimiento habitual miramos con conocimiento de causa la escena, el hecho de ser clientes no nos exime de ser humanos ni solidarios.
Hogares de tres meses sin cobrar ni visos de que se solucione nada, escaleras de ahumada esencia prohibida de juventud de estrella errática, calle de bares sucios, comidas apresuradas de empleados en talleres circundantes del brillo gris de la ciudad metálica donde los pájaros no serán nunca escuchados.
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