viernes, 15 de junio de 2012

El Paso de los Años

Todos los que la conocimos recordamos cosas distintas. Algunos hablaban de su infinita dulzura, otros de la soberbia e irascibilidad con que les trató, otros de su excesiva timidez que disfrazó, en los primeros años, de loco y cáustico humor para irla trocando, en los últimos tiempos, en una solitaria existencia asaltada de letras y pensamientos vagarosos.

Se encorva sobre el exceso de sus manos rápidas, nerviosas y aún ágiles. La tensión se marca en el corte de su mandíbula, mientras las ondas sobre las sienes enmarcan el espíritu atormentado que va forjando con la vida, los contratiempos y la experiencia siempre maldita de los que no han de encontrar amor posible en este lugar sobre la faz de la tierra.

Los focos delatan el último atisbo de inocencia que ni siquiera han conseguido borrar sus arrugas incipientes. Sobre el escenario, tan lejana y sola siempre, para siempre.

Lee ante sí las líneas que describen un vago suspiro, una remota reminiscencia de los sueños incontables e incumplidos, el paso de los años que nos acaban atrapando y establecen otra comparativa y una nueva escala de valores ante la devaluación.

Las pasiones abandonadas, la aceptación de la propia discordia para no dejarse, perderse, de vista. Ha de ser así, las verdades personales son intransferibles e inaplazables.






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