Flotas ante mí, leve, etérea,
dibujando un arco y a un paso de danza
del quiebro o de la esperanza.
Sin palabras, todo lo vibras
desde el leve soplo de la hierba que respira
y la caida silente de una hoja sobre el agua.
Huidiza y corza, cerval y Mona Lisa,
sólo te sostienes de una nota pendiente,
gota que música ofrece, remanso de violetas,
olor de azules te eleva, te trasciende
de la tecla al arpegio absoluto que apenas
hieres para golpear, usando el alma, sobre
el sentimiento abatido de luces y, rápida
en tu arte, fustigar el sonido donde mi aliento
cesa y mis ojos contemplan,
atónitamente mortales,
la consagración de tu primavera
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