domingo, 10 de junio de 2012

Esquinado

Decían de él que era esquinado,
de broncos pareceres
y desgarrados soliloquios.
Olvidado, una vez niño,
amante y amado,
y de ojos brillados de estrellas,
en remolinos de calles
entre juegos infinitesimales
y de pies escapados al suelo,
casi flotantes
más rápido que el viento, lejos,
adelantando al tiempo
y ganando siempre la partida
a la hora de regresar.
Desgarrados soliloquios
desgrana sobre cada trago,
esquinado,
arrinconado,
traicionado y vencido,
piel de inviernos y lagartos trae
vestido de afrenta
y olvidos forzados,
alguna vez acariciado rostro
embotado, otras roto,
oídos avaros atesoraron
demasiado tiempo
eternas palabras
de una íntima felicidad
que esperó
volvieran,
que esperó
cumplieran
una sola palabra
eterna.
Cuando el corazón se vuelve roca,
amarguras
suben por su garganta,
siempre capaz de ahuyentar
a cualquiera menos a sus fantasmas

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