Según cuenta Horacio en sus "Odas", y también menciona Cicerón en sus "Tusculanas", siendo Dionisio II "El Joven" Tirano de Siracusa entre los años 367-357 a.n.e. y posteriormente del 346 al 344 a.n.e. hubo, en un momento indeterminado de esos periodos, un tal Damocles que hablaba constantemente y sin medida de todas las maravillas, riquezas, suntuosidad y placeres de la corte, y con tanto empeño mostró sus quejas, adulaciones y ansias que éstas llegaron a oídos del Tirano.
Damocles fue invitado por Dionisio a un banquete, e instado a ocupar su puesto en el trono, recibiendo todos los honores y un maravilloso despliegue de lujos. Hacia la mitad de la cena, Damocles comenzó a notar que todos los comensales miraban hacia arriba, por encima de su cabeza. Y al levantar su propia cabeza, descubrió pendiente de una sola crin de caballo una espada que le apuntaba amenazadora. Al momento rechazó todos aquellos honores postrándose en el suelo y rechazando toda fortuna. "¿Te sorprende?" le dijo Dionisio. "Llegué al poder de forma violenta, y tengo muchos enemigos. Cada día que gobierno esta ciudad, mi vida se encuentra en tanto peligro como la tuya en este momento".
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