La puta barata
a la vuelta de la esquina,
barrenderos eternos
de la ciudad sucia.
Y a la puerta
del monte de piedad
el "se compra oro"
de bandas organizadas
retando su espacio y
orden entre la escaramuza verbal
y el sacar pecho.
Despereza Madrid sus miembros
entre olor a churros
y meados de callejón.
Aceras mojadas
y torpes viandantes
indecisos entre el umbral
de lo laboral y el festivo,
sacudidos de lunes.
Madrugan niños resignados
arrastrados por madres ufanas,
mientras mendigos charlan
apoyados en muletas
de extraña simetría
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