-"Me cambian el servidor y es que acaban conmigo"
- "Eso es porque tú nunca has tenido que atravesar el Orinoco"
Lo cual resultaba harto improbable mientras chapoteaba con escaso éxito, y aún menos estilo, en una piscina municipal cualquiera manteniendo tan asombrosa e inconexa conversación.
Y allí, al borde de las aguas, se produjo el milagro. Aparecieron decenas y docenas de elegidos que, tal cual, se metieron con sus camisetas y cruces en las aguas cual si del mismísimo lago Tiberiades se tratara, no sin antes dejar sus mochilas encima de mis pertenencias y, con la vista nublada de vaticana felicidad y obnubilada de visiones extremas y no terrenales, ignorar mi persona y la de cualquier mortal alrededor de ellos que no llevase algún distintivo de reconocimiento identificativo. Mea culpa, a estas alturas una no es ni virgen ni mariana, menos aún servidora, mártir o sumisa y tampoco romana.
A riesgo de ser aplastada, pisoteada y encima acusada de intolerante, agarré mis bilis y mi toalla y me las tragué, las bilis, mientras cambiaba de ubicación no fuera que me saltasen un ojo o me contagiasen tan ciego comportamiento ¿Sería el sol o el lavado de cerebro? Tal vez la catarsis masiva tiene semejantes efectos colaterales en los que no la practican.
Pónganse a salvo, andan desatados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario