miércoles, 13 de junio de 2012

Tormenta de Verano

Me despojé de la angustía,

abandoné el sufrimiento.

Acecha el otoño en mis sienes

derrumbándose cuando creí

haber dado paz a mis cuidados

sobreponiéndome a la vida.

En rumbo firme y

sosteniendo el pulso, pero

tú no esperas, no aceptas

la paciencia de viejo que sabe

de caminos menos fragosos

pero más largos que sólo

pueden ser transitados

con lentitud y pausa.

Precipitaste tus alas

en focos ígneos esparcidos

en centellas sobre el mar

aqueo acerado y lacerado de espumas.

Alto era tu designio

mas olvidaste el consejo

y la angustía por escapar

no te dejó más salida que

tu propio estrellato

en feroces espejismos de juventud

abismadamente perdida.

Trocando mi conciencia en la tuya,

tu recuerdo en el mío,

oh tú, Ícaro, hijo de mis entrañas

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