viernes, 6 de julio de 2012

Desasosiego

Bellos jóvenes, despreocupados, de elegancia adquirida a golpe de gimnasio y marca.

Charlaban animadamente y me llegaban algunos fragmentos de su conversación, entrecortados por el ruido de los motores detrás de la cristalera.

Y cierto horror llamó mi atención para seguir escuchando aquella discusión. Se hablaba vacía, fatua, tópicamente, cuestionando los cometidos, la acción y repercusión del Ministerio de Igualdad. "Habría que matarlas a todas", soltó con ligereza e inconsciencia aquel "joven", el mismo que durante toda la mañana se había quejado amargamente de su trabajo, pese a confesar entre risas lo nulo de su esfuerzo, y que se repartía entre los corrillos para hablar del "tengo" y "conozco" a toda costa. Los más jóvenes le miraron en silencio, algunos incluso con complicidad, por la "gracia" que había soltado. Todos callaban. Pero todos seguían hablando de coches, dinero, viajes, con una pasmosa seguridad.

Jóvenes ¿qué son el futuro?, no, ya son el presente. Jóvenes que salen para vivir un sueño nocturno de copas y apariencia, de conocerse los garitos de moda, frustrados por no ganar más ni poder volar más alto, ni más lejos, aún en el nido de no pensar, en la alergia eterna de sentir un compromiso con la realidad. "Y no puedo ir en el metro por que no aguanto el olor del sudor de los inmigrantes y los curritos".

Aquel "hombrecito" siguió haciendo el recuento de sus ex-novias como algo estupendo.

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