jueves, 5 de julio de 2012

Desgarrando

Herida la música,

incide en la pena

que arrastro,

señalándome impúdica

pese al hastío

en que me envuelvo

para que duela menos

y pase desapercibido

cada minuto

espantado, bajo un aire

empeñado en

traer el requiebro falaz

de la fortuna.

Apretados, cerrados

los ojos del recuerdo apresado

para volver a traerlo de nuevo

después de hace ya tanto,

demasiado tiempo,

en que debí rendirme

sin fuerzas de amar.

Tembloroso corazón

de loca carrera

a su encuentro,

ayer su diosa,

hoy mendiga

de mi recuerdo,

suertes que siempre

toman revancha

y ponen precio a

la incosciente felicidad.

Sus brazos, a su lado,

reposando: mi lugar

y ahora la noche me usurpa

lejos, sin cobijo alguno

donde ocultarse al desconsuelo,

De músicas que ya ni pueden

acompasar y ni tan siquiera

procuran convertir llantos

en hipnóticos latidos

de embalsamar duelos.

Describo la cicatriz

que dejará el encuentro,

aun ocultada celosamente

en tan cuidada cortesía.

No complicar el correcto ritual

de guardar el miedo,

pero los velos caen

ardientes de la tarde

y traen, de nuevo, la luz dorada

que cubría tu cuerpo

que desgarro, para encontrar

el centro de mi herida

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