Él me espera,
camino a su encuentro
mientras ensayo un retraso,
divago, acabo, y apresuro
pasos diligentes
e inexorables que
avanzan pese a tantas dudas:
la última vez,
nunca jamás y para siempres
se agolpan en sienes
y desbordan gargantas.
Deseos de voltear
el aire y agitarlo hasta
variar el orden
de todas las cosas
que entre tanto
la cortesía retiene
entre las formas
que de mi propia mano
se sostienen en su sitio.
A veces alcanzo
a ver un destello
de su verdadero ser,
ese al que nunca
encuentra tiempo
para mostrar,
y me aventuro
en caminos de ancestros
y pasado, genes
u otras tierras que marcan
surcos en la carne
de sus hombres
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