martes, 17 de julio de 2012

En el Bosque

El sendero se desdibuja

entre raíces y hojas de otoño.

El silencio apenas amortiguado

por la respiración, cuando los árboles

comienzan a mover sus ramas

provocando el viento,

conjurando desde su vida vegetal

el movimiento y la danza de los elementos,

levantando la voz del aire,

la carrera loca de los susurros,

que persiguen mi espalda y

me hacen volver la cabeza,

buscando lo inaprensible, lo invisible,

aunque sé, presiento,

que viene a por mí.

De nada sirve que calme mi imaginación,

que apresure mis pasos,

que seque mi sudor.

El golpe es seco y me atraviesa,

desnucando mi cabeza,

rompiendo mi mandíbula,

y desorbitando mis ojos

que contemplan colores nuevos,

una nueva luz, una nueva sensación,

hundiendo mis raíces en la tierra amorosa y oscura.

Un nuevo ser convertido en árbol.

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