Con la mirada perdida, la angelical sonrisa rallana en la estupidez y la demencia, contestó a un trivial ¿Cómo estás? aquel mitificado slogan inoculado durante tantos y tan largos años "Aprendiendo a morir".
No pude menos que responder que a nacer y a morir no se aprende, se hace o no se hace.
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