Ícaros del vacío, Prometeos de la Humanidad, Sísifos de nuestras almas: mortales.
Afanados en saltar mortalmente, una y otra vez, al control del Universo, abocados al constante choque molecular propio y ajeno. Lanzándonos de cabeza para caer de pie.
Reconocemos el esperanto de la patria común de la desgracia y la compasión, soñamos con la seguridad de una pretendida compresión, aunque no hablamos el mismo lenguaje pues fallamos en la capacidad de escuchar, empezando por nosotros mismos.
Juegos de vouyerismo instantáneo, dados a cierto ingenuo exhibicionismo, creyendo escudarnos en lo oculto de nuestros pensamientos, mientras hechos y palabras dejan huellas de nuestra naturaleza: mortal, pues ninguna otra existe.
Perpetuos buscadores de estrellas y tropezadores de piedras. Retomadores de caminos y cambiantes de rumbos. A veces, mortales de aburrimiento y siempre mortales de limitación y caducidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario