Arañada, secada, tierra.
Batida en huesos, abierta a heridas,
cubierta de sueños
desaparecidos bajo estrellas
ajenas a la compasión.
Requiebra, disputa, desea y surca.
a veces contempla, casi nunca conoce,
la huella marcando su presión
expoliando, bombardeando, arrebatando,
apurando el veneno y la destrucción
de pieles vegetales extrañas
en miradas amenazadoras,
sopesando un arma, blanco de ojos y de iras,
Ardida de presunciones, quemada de culpables,
acicalada de muerte, apresada de fin,
donde la eterna mueca sonríe en calaveras
de ceniza compacta y espesa
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