Quisiera continuar escuchándote
con los ojos abiertos, con los ojos cerrados.
A continuación y entre lapsos
de conversación. Saltamos de un tema
a otro, perdiendo y regresando al hilo
de nuestras revelaciones.
Tanto que contar en tan poco tiempo
que comprimimos hasta nuestra respiración
para prolongar los segundos.
Hace demasiado tiempo
que no hablabamos así
¿es posible?
Encuentros y reencuentros contigo,
conmigo, no tengo ya costumbre
de explicarme, de volverme a nacer,
acostumbrada al ser
convencido y solitario a la luz
del adulto. Olvidadas identidades
de risas y libertades, sometidos
al deber, el compromiso
y la lealtad cuando
quizá nos faltamos a nuestra propia fidelidad
posponiéndola por conocerla, sin duda.
Retener un abrazo tímido aún
sosteniéndonos en mutuo apoyo,
reconociéndonos por saber
que callamos más que hablamos,
donde no llega la voz.
Seguiría toda la noche
escribiéndote las más bellas palabras
que conozco y he vivido en mi experiencia,
bajo un cielo negro de blanquecina tormenta
cuando la lluvia refresca la piel y nos ofrece
una tímida esperanza de puertas abiertas.
Busco una luna común en el aire que respiras
y envolverme en él desapercibida,
inadvertidamente, a tu alma
y, en respetuoso silencio, mirarla a los ojos
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