Lamentando haberme conocido,
me dejé al borde del camino.
la compasión no era esto,
no hay tiempo para volver
la vista ni averiguar si fue cierto.
Duele despojarse de
tan incrustada vida
mientras convulsamos,
sucesivamente,
hacia la siguiente metamorfosis
sin saber los motivos
por los que despedimos soles,
años, nieves y
seguimos fraguando
explicaciones obtusas,
y confusos motivos
que sólo saben amar
el instinto inconfesable de vivir,
como la sal a la carne,
aun llenos de terror
a destriparnos, y alcanzar,
en la exploración,
nuestro solo yo.
Ahora, en la encrucijada,
el dilema es ser o dejar ser,
dominar ira, ese orgullo en pie
y doblegarlos a la maquinaria
por la que el mundo funciona
ininterrumpido, ajeno a la sangre
rugiente en caldos de boicot,
poner el rumbo correcto,
¿de dónde viene este maldito
sentido de la orientación sin destino?
Sólo queda seguir creyendo
componer un rompecabezas,
único e intrasferible,
que siempre queda inconcluso
No hay comentarios:
Publicar un comentario