A ti te tenía que ver yo atravesando el Orinoco o el Amazonas, decía mientras chapoteaba a duras penas en la piscina.
He estado en el inframundo y estaba lleno de ratas, le decía por la ventana, con la mirada extraviada en medio de aquella calle extrañamente real pero cada día más desconocida.
Vivían, cómo todos lo hacemos, en medio del absurdo y la total incomunicación.
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