martes, 4 de abril de 2017

Incipiente

A veces el rechazo y la inconsciencia, otras la feroz necesidad de aceptación y la exacerbación de cualquier cambio. Un grano puede arruinar la vida y ser un letrero luminoso en lugar de algo insignificante.
La ropa representa otro problema cuando eres la eterna heredera de tus hermanos mayores y ya no queda nada de esas modas, acabas forjando otra vestimenta acorde.
La astenia, no querer crecer, crecer demasiado deprisa en un cuerpo que aún no te pertenece y otros ya desean aunque no lo sientas como tu piel aún. Los sueños escapan por los poros, solitarios, incomprensibles, la turbación del propio sexo ajeno a toda ponografía ahí, en tu ser y bajo toda corteza dormida, castrada, socializada.
La necesidad de aceptación precipita tus actos infantiles, convierte el riesgo y el experimento en la mayor de las excitaciones lejos del verdadero placer aún, desagradable ante lenguas que violan tu boca y dedos que exploran sin buscarte cada rincón de tu cuerpo. Cualquiera vale para el aprendizaje. Ahora ya estás en el club de los elegidos, de los que dan placer y quizá a veces puedan recibirlo, pero sigue pesando la soledad y la búsqueda será para siempre, porque cuando te acercas te rechazan y cuando se acercan los apartas.

Demasiadas preguntas cuando no hay respuesta posible.

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