Atajos que acaban en ninguna parte, posibles explicaciones sin razón de ser. Elucubrados entendimientos, al cabo.
No, el final del vaso nunca se apura, atrapado en el propio recipiente, obstaculizado por los hielos o diluido por el agua de su deshielo.
Otra vez, una y otra vez aprendido y olvidado, el secreto para seguir viviendo: Olvidar.
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