miércoles, 31 de mayo de 2017

Modo Manada

Un nudo en la garganta tira de la náusea de un nuevo día, entre la duda de la continuidad de lo que llamar su vida e intentar encontrarle algún contenido y sentido.

No faltan nunca invitaciones sociales en las que beber será el fin y la excusa de un motivo cualquier otra. Adultos consumistas y consumibles, caras a la galería del ocio en dónde escudar grosería, adicciones y un fin cada vez más temprano entre conversaciones inconexas y status. Sí, otra vez fumaré y beberé, pretendiendo formar parte del grupo por un instante que se me hará eterno, por existir momentáneamente en la convención que se ha acumulado como una capa de polvo en estratos solidificados en los que perdí algún cadáver de mi misma en esta réplica que soy.

Sin previo aviso, me ha abandonado.  Impredecible, la relación aún en la distancia, comenzó a inundarse del egoísmo que tantas veces obvié en mi incondicionalidad. Siempre te tuve tiempo y lo aceptaste siempre que fueras tu y yo tu atento satélite. Así debe ser, todo acaba acabando y el tiempo nos pone en nuestro sitio.

Mi vieja tendencia ha mutado tardiamente a un instinto de autoprotección donde enterrar mi amor, mi sexo y mis entrañas. Seguiré escuchando ufanas explicaciones sobre la falta de todo tiempo, y hasta otras ya nunca inocentes disertaciones sobre todo lo que conoces y dónde has estado. Existe la misma distancia en un sentido y otro,  y ya no saldré corriendo ni permitiré que publiques todas mis viejas fotos en dónde sólo buscabas selfies y diamantes.

El modo más directo para saber es preguntar, pero hay que formular esa pregunta sin la que yo no existiré más para ti porque quizá sólo fui tu instrumento, el tributo que creías merecer y por un tiempo pudiste controlar.

Y en las miradas de gatos, perros y lobos, reconozco mis únicas manadas.


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