El sistema cada vez erradica mejor y antes lo superfluo. Sólo hay que mantenerse firme y precavido. No en vano se ha llegado hasta aquí, ni se puede negar ser ese quién se es o aún mejor, la única certeza del no ser.
La toma de conciencia de los propios límites, la introspección que nos abisma en nuestras propias simas y nos precipita a eones y planetas ignotos. Naufragos del rumbo y del destino dentro de este sistema autónomo e inercial donde los sueños ahora ya desaparecen antes de evocarlos, donde el aprendizaje siempre es insuficiente y las palabras acaban repetidas.
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