Antes de que arda en el infierno,
antes de que abrase mi torpes alas
en atrevidos trances
que urden mis umbrías
entrañas,
las abriré en canal
buscando una vía
en que apartarte,
recuperaré mi voz
en las viejas cunetas
apartada,
volveré a ser
Yo, antes que nada,
apagaré las probabilidades
y romperé toda búsqueda
instintiva de tu rastro.
Mi tiempo y cuidados
retiro de lo que creo
entender sin conocimiento,
condenados instintos
de la madera
carcomida de efluvios
sin sueños.
Viejos errores
recuperan la misma
representación
en nuevos escenarios,
aún otros actores
pero el viejo
consabido protagonista
siempre acaba sólo,
en el reconocimiento
de lo imposible, en lo
impasible del rictus
que forjado
imperceptiblemente
alrededor de su boca,
atenazando su corazón
no por más duro menos
frágil, resquebraja
secos inviernos
caído en desgracia
y nunca primavera
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