lunes, 8 de mayo de 2017

Nubosidad invariable

La nubosidad variable siempre me afecta, es como si me volase la tapa de los sesos o el cerebro fuese hacia atrás sin explicación posible, todo lo cual resulta invariable.

Tras un exceso de ocio, de hacer nada por no tener nada que hacer ni tomar decisiones, ni cocinar, ni tener ningún entretenimiento. El vacío que retumba en la existencia absurda donde ya se han acabado los impulsos, el exceso de estímulos que llamamos intelecto y ha arrasado todo instinto.

Los ojos demasiado acuosos, miran cansados de mirar pantallas ajenas, otras realidades que se golpean contra un cristal y diminutas hormigas que traducen pensamientos pesarosos en un leve aleteo que vuelve a posar mi zozobra sobre este naufragio de dudas.

Solo cabe apartarse, otra vez, y dejar despejadas las salidas por si hay que salir corriendo o desaparecer. Comunicar, compartir, pretender compresión u otra nueva oportunidad en una toma de decisiones: ninguna, eso no existe.

Quién eres y pretender ser otro a través de mi, escapar.

Permanezco hierático ante los simples estímulos que electrifican nuestras vidas y nos hacen saltar de casilla en casilla, confieso mis errores en el juego donde lo único posible y lo más sensato habría sido la fiel solitud, la lealtad a uno mismo.

Ahora compongo mi frugal rutina, lejos de estímulos, abandonando el impulso del Todo, de creer estar en el juego y marcar reglas, calcular abismos y pretender existir en vuestras vidas.

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