Sustituye la cotidianeidad por la pesadez de lo conocido, de lo repetido día a día, la queja y el error, una insatisfacción permanente en la que se escuda y disculpa. Miradas escasas, demasiado cerca para verse.
Trayectos automatizados, un traje en el que embutirse en un halo de ánimo cordial, 2 cafés y hoy hay dada otra vuelta de rueda al engranaje.
Pasillos que componen túneles en visiones, volvieron a traer sus pasos a ellos. El pasado acecha en mil formas insospechadas que han devenido en estas relaciones asimétricas, en esos riesgos que nunca se empiezan o acaban de asumir, planeando sobre abismos sin fondo cuándo se toma la iniciativa sin brazos ni manos que estrechar, una marioneta accionada en su propia caída.
No mirar, ir a lo tuyo, despojarte de las emociones y mantener las distancias con el prójimo es posible solo hay que mantener el propio rumbo, ajeno a las turbulencias y, sin duda, hay que otorgarme el valor que sólo encuentro en mí.
No mirar, ir a lo tuyo, despojarte de las emociones y mantener las distancias con el prójimo es posible solo hay que mantener el propio rumbo, ajeno a las turbulencias y, sin duda, hay que otorgarme el valor que sólo encuentro en mí.
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