martes, 14 de noviembre de 2017

Cualesquieras

Dónde más dolía, cualquiera, prescindible y sustituible. Olvidable, extinguible.
Así empezó su cuenta atrás, salvo escasos atisbos o últimos estertores de alegría y risa. Aunque no, la risa ya no se reía como solía ser y se sorprendía de si misma en tonos desafinados y extraños.

Sentirse joven, guardando en la cuenca de los ojos tanto cansancio antiguo. Calentar los huesos al sol como única caricia.

Imprecisas intenciones y pasos vagarosos, circuncidan la conversación que vuelve sobre si misma a repetirse una vez más. No plantear nuevos temas, en realidad no tenerlos siquiera viejos, limita y frusta sus pobres y tímidos intentos de aproximación y les convierte en cualesquiera el uno para el otro, cuando lo que hubieran querido sólo habría sido ser el uno para el otro. Tanto duele confesarlo, arrojar el terror de esa piel propia que contemplan como ajena, canas pudendas, pelos nuevos, calvas viejas expulsadas del Paraíso para besar la Muerte y vestir de calavera no tardando.

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