Dos vinos después,
dejarse querer,
figuradas pretensiones
dos simples desconocidos.
Un exceso
sobre un defecto,
formas que mantener
para no interferir
tu vieja Estrella.
Las horas eternas
vierten, gota a gota,
ilusiones borrosas.
Tu inestabilidad
atmosfèrica
bordea tejos
recortados que
acotan los laberintos
en soledad que
acallan propios
y extraños.
Huesos huecos,
apenas tocados
de humores,
levantan la tapa
de los sesos
cada vez
que desencajo
mis mandíbulas
bajo tu nombre
que no sé
pronunciar
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