A veces la vida
es
una broma
macabra,
descarnada.
Un torbellino
que se eleva
mientras derrumba
los cimientos
de toda una vida.
El tiempo
perdido
arrastra el rumbo
vagaroso
de unas
nuevas huellas
que
llegarían a buen puerto.
De los mares procelosos
que cobraron
vidas y almas,
y sostuvieron a este lado
tus ojos
para seguir contemplando.
Ahora veo que
nada contienes,
no esgrimas libros,
lugares solares
y estelares campos,
cambiantes escenarios
y esa inquietud que
solo busca
la eterna huida
lejos de tus propios pasos,
nada que roce
la superficie.
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