domingo, 13 de mayo de 2012

¿Por Qué El Cello? Concierto en E menor, Opus 85 de E. Elgar, Jacqueline du Pré y Daniel Barenboim

De todos los instrumentos: viento, cuerda, percusión, desde los más simples hasta los más complejos y completos, amo el cello, chelo, violonchelo o violoncelo.

El más extraordinario sonido que jamás he escuchado, capaz de elevar y hundir sentimiento, respiración y pensamiento de forma indistinta hasta la conmoción.

Hondo como el nacimiento y el sexo, ambos recibidos entre las piernas y los brazos abiertos, pero también como la muerte. Sublime en el transporte sobre los claroscuros del ser y el alma descubiertos entre sonidos dulcemente graves, tan digno de reflexión y elevada espiritualidad como siento con Pau Casals, como de abrazar las más hondas pasiones de la vida, algo que descubrí escuchando a Jacqueline du Pré.

Violoncelo, violonchelo, chelo, cello inmenso y curvado para entregarse sobre él en una postura amatoria de abrazo, siempre necesario tocarlo con todo el cuerpo y toda el alma, como sólo es posible amar.

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